Autores: Ochaíta, Valerio y Solano
Ni de noche, ni de día,
la vío la gente salir,
era una monjita presa,
entre arrayán y jazmín.
Enfrente de su ventana,
un chapinero aprendiz,
mientras machacaba suelas,
al aire cantaba así.
Te tengo que regalar,
unos chapines de almendra,
para que puedas estrenarlos
la noche que me comprendas,
noche de luna, verde ciprés,
el chapinero, siempre a tus pies,
va triturando mi corazón,
con la puntita, con el tacón.
El día de Corpus Christi
para ir a misa mayor,
chapines de terciopelo,
la encerradita estrenó.
Y cuando estaba en la iglesia
rezando con devoción,
el pícaro chapinero,
esta copla le cantó.
Te tengo que regalar
chapines de chocolate,
para aquella noche bendita,
en que conmigo te escapes,
noche de espera canta el reloj,
nadie lo sabe, sólo tú y yo
pisa menudo con tu chapines,
que no se entere ni el Albaicín.
El veinticuatro de junio,
que es la noche de San Juan,
el trébol de los amores,
Granada ha visto cortar.
Abrió la niña el postigo,
dormía la vecindad,
la luna le iba poniendo,
chapines de flor de azahar.
Te tengo que regalar,
unos chapines de estaño,
para aquella noche negrita,
que te coma el desengaño,
noche de olvido, verdes arrayanes,
la agua oculta llora en Granada.
Qué poco dura ¡válgame Dios!,
la media suela de la ilusión.
Gracía Montes - Coplas del chapinero