Autor: Javier Limón
Pedían tres flores y soledad,
siempre con gente,
pero siempre callado,
vendía claveles
y en la Calle Ancha,
de una Andalucía,
tan pobre como blanca.
Y el primer hombre,
que quiso hacerla suya,
no pudo nunca entender su locura,
las almas libres no duermen,
viven eternamente,
como los gorriones,
de mano en mano,
y a la sombra de los girasoles.
Manuela,
tenía andares de emperadora,
por ella los hombres sufren y lloran.
Y en la Calle Grande todavía,
se recuerda su cante por bulerías.
Ay, Manuela, Manuela,
la mas hermosa de la plazuela.
Ay, Manuela, Manuela,
la mas hermosa de la plazuela.
Cuando la llamaron,
al café cantante,
no supo que cantar,
solo se echó p'alante.
Su voz temblorosa,
se volvió un cuchillo,
sus notas dolieron,
como duele el frio.
Y una vez rota,
el alma de la gente,
no quiso saber nada,
se quedo indiferente.
Se fue sola caminando,
nunca volvió a un escenario,
siempre entre las flores,
cantando sola en libertad,
como los ruiseñores.
Manuela,
de mis andares de pena ahora,
por ella los hombres sufren y lloran.
Y en la Calle Grande todavía,
se recuerda su cante por bulerías.
Ay, Manuela, Manuela,
la mas hermosa de la plazuela.
Ay, Manuela, Manuela,
Manuela,
tenía andares de emperadora,
por ella los hombres sufren y lloran.
Y en la Calle Grande todavía,
se recuerda su cante por bulerías.
Ay, Manuela, Manuela,
la mas hermosa de la plazuela.
Ay, Manuela, Manuela,
la mas hermosa de la plazuela.
Manuela - Estrella Morente