jueves, 30 de septiembre de 2010

Candelaria, la del Puerto

Autores: Quintero, León y Quiroga
Candelaria, la del Puerto, 
es la rosa de la playa,
un jazmín entre los labios 
y en los ojos todo el mar.
Y en cuestiones de cariño 
a los hombres tiene a raya,
porque sabe dar desplantes 
y es mujer buena y cabal.
Antonio, el de Punta Umbría, 
le dijo que la quería,
pero Candela lo rechazó,
y el mozo en los mostradores,
apuestas hizo de amores
y una calumnia le levantó.
Y en las olas de espuma de la bahía,
una copla bailaba de noche y día.

Candelaria, la del Puerto, 
anda y mire usted, dice 
que el querer nunca ha conocido,
y aunque afirma que eso es cierto,
¡ay, válgame Dios!,
por lo menos yo no me lo he creído.
Y si no, ¿quién fue aquel mozo
que llegó de El Arahal
y con ella junto al pozo
platicó de madrugada?
¿A que poner centinela
en las tapias de su huerto,
si después hay quien se cuela
silencioso como un muerto?
Y hasta le abre con cautela,
con su mano la cancela,
Candelaria, la del Puerto.

Candelaria, la del Puerto 
ante el falso testimonio,
en lugar de echarse luto, 
se ha vestido de color.
Y la gente la miraba 
ir del brazo del Antonio,
que gastaba en sus caprichos 
más dinero que un milord.
El pueblo dijo y redijo
que fue por mor de un alijo,
de unos brillantes y de un collar.
Y Antonio, el de Punta Umbría,
con un tiro, ya sin vida,
lo echo a la playa la bajamar.
Y en la oscura bahía
cuando hay levante,
sobre el agua sombría,
se mece un cante.

Candelaria, la del Puerto
no sabe de nada,
para contestar, 
que si fue un delito;
y lo jura y es bien cierto,
que en tocante a amor,
nunca discutió
con el tal mocito.
Una copla levantaron
contra mí como un puñal,
y las olas se encargaron
de vengarme del cantar.
Soy yo misma carcelera
de las tapias de mi huerto,
y si alguno se atreviera,
por mis vivos y mis muertos,
que lo mismo que las fieras,
contra todos se defendiera,
Candelaria, la del Puerto.

Averigüe usted,
dónde está el parné
con el contrabando.
Lo pueden buscar
desde Gibraltar
hasta San Fernando.
Ni diamantes, ni pulseras,
ni zarcillos, ni collar,
yo no arrío mi bandera
por tan poco capital.
Voy vestida de cristales
con el alma al descubierto,
quien se acerque a mis umbrales
no dirá que no le advierto,
que entre lirios y rosales,
ha sembrado también puñales,
Candelaria, la del Puerto.
Candelaria, la del Puerto - Concha Piquer

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Maricruz, la de Mairena

Autores: Quintero, León y Quiroga
Más firme que una atalaya,
más pura que la azucena,
tan bonita como un ramo
de clavellinas en flor.
Venía de noche a verla
hasta el pueblo de Mairena,
un galan aceitunaó
que andaba tras de su amor.
Y en la taberna se creyó,
que era más hombre,
al calumniar de la flamenca,
su buen nombre.

Maricruz, la de Mairena,
aunque muere de pena,
os dará lo mejor de su cante,
que el pesar que la envenena,
ella entierra en la arena,
para seguir con su cante, adelante.
El tesoro de coplas que sé,
no lo pueden humillar, ni empañar,
que aún quedan mujeres,
que me vais a sentir de cantar,
y ¡alegrarse conmigo, señores,
que el agua turbia, no mancha la mar!

Lo hallaron de cara al cielo,
sin vida, una madrugada,
a la vera justamente,
del patio de Maricruz,
dijeron que fue de un duelo,
o tal vez una emboscada,
pero todo fue un misterio 
que nunca salió a la luz.
Que fue un castigo de su lengua maldeciá,
es la versión que corre el pueblo noche y día.

Maricruz, la de Mairena,
aunque muere de pena,
os dará lo mejor de su cante,
que el pesar que la envenena,
ella entierra en la arena,
para seguir con su cante, adelante.
El tesoro de coplas que sé,
no lo pueden humillar, ni empañar,
que aún quedan mujeres,
que me vais a sentir de cantar,
y ¡alegrarse conmigo, señores,
que el agua turbia, no mancha la mar!
Maricruz, la de Mairena - Rocío Jurado

La Soberana

Autores: Quintero, León y Quiroga
Por lo hermosa y lo sencilla,
no se ha visto maravilla semejante.
Ni tumbaga, ni pulsera,
ni parné en la faltriquera, ni un amante.
Dicen los guapos de Triana:
tú no eres rosa, ni eres flor,
tú eres para mi la Soberana,
y en Soberana se quedó.
Pero en las noches de luna y lucero
de mayo y abril,
cuando en su reja florece un te quiero,
les suele decir:

Soberana, 
no llamarme Soberana,
que yo no lo puedo ser.
Mientras viva, 
sabe Dios que estoy cautiva,
del imperio de un querer.
Te tendré como oro en paño,
por su madre me juró,
nunca más si yo te engaño,
vuelva a ver la luz del sol.
Soberana, 
y aunque aquella letanía,
no pasó de mi ventana,
mis banderas están abatías,
de noche y de día.
¡No llamarme Soberana!

Pero el tiempo corre y vuela,
y llegando a su cancela, muy compuesto,
un señor de Campanillas,
se la lleva de Sevilla para los restos.
Iba casada como Dios manda,
pero al volver la vista atrás
el corazón se le desmanda,
vaya usted a ver por quién será.
Tiene más lujo, dinero y diamantes
que el mismo Rothschild,
mas si su dueño le pide que cante,
le suele decir:

Soberana, 
no llamarme Soberana,
que yo no lo puedo ser.
Mientras viva, 
sabe Dios que estoy cautiva,
del imperio de un querer.
Te tendré como oro en paño,
por su madre me juró,
nunca más si yo te engaño,
vuelva a ver la luz del sol.
Soberana, 
y aunque aquella letanía,
no pasó de mi ventana,
mis banderas están abatías,
de noche y de día.
¡No llamarme Soberana!
La Soberana - Juanita Reina

martes, 28 de septiembre de 2010

Soleá

Autores: Valverde, León y Quiroga
En un rinconcito del Patio Banderas,
allá en mi Sevilla, un día nací,
y tuve por cuna, fandango y solera
y por sonajero, la Feria de Abril.
Noche sevillana, divino tesoro,
el Alcázar duerme, soberbio y real,
mientras la divina torre de los moros
se asoma hasta el patio para verlo soñar.

¡Soleá, Soleá del alma mía!,
blanca rosita de abril,
me estás quitando la vida.
¡Y yo sin ti no puedo vivir ,
porque a canelita y clavo,
Soleá de mi alma, 
me hueles tú a mí!

De mi rinconcito del Patio Banderas,
buscando otro cielo un día me fuí,
y lleve mis coplas por tierra extranjera,
lo mismo que un ramo de rosas de abril.
Tuve cuanto quise, brillantes y oro,
mas de tanta gloria me llegue a cansar,
y volví una noche a mi patio moro,
para escuchar la copla de mi Soleá.

¡Soleá, Soleá del alma mía!,
blanca rosita de abril,
me estás quitando la vida.
¡Y yo sin ti no puedo vivir ,
porque a canelita y clavo,
Soleá de mi alma, 
me hueles tú a mí!
Soleá - Estrellita Castro

A tu vera (Quintero, León y Quiroga)

Autores: Quintero, León y Quiroga
Entre un olé y un suspiro,
vengo a quedarme a tu vera,
ya no me importan los tiros,
con tal de que tu me quieras.
Un corazón que te adora,
tienes, serrano, a la vista,
la que era ayer gran señora,
se ha vuelto contrabandista.

A tu vera, verita, a tu ve...
tengo que ser la luz de tu vida.
A tu vera, verita, seré 
rosita y clavel, de noche y de día.
Es tuya mi vida entera,
por siempre me has de tener
de tu querer prisionera.

No tengas remordimiento,
por lo que yo estoy penando,
porque ya no te consiento,
cariños de contrabando.
Y aquella rosa tan fina,
se convirtió en hierbabuena,
y hoy tengo yo una cantina,
para la gente morena.

A tu vera, verita, a tu ve...
tengo que ser la luz de tu vida.
A tu vera, verita, seré 
rosita y clavel, de noche y de día.
Es tuya mi vida entera,
por siempre me has de tener
de tu querer prisionera.

Es tuya mi vida entera,
por siempre me has de tener
de tu querer prisionera.
A tu vera - Concha Piquer

sábado, 25 de septiembre de 2010

La Venta de los Gatos

Autor: Mostazo
Al salir de las murallas
de la vieja Macarena,
toda la gente jaranera
el columpio va a buscar.
Que en la Venta de los Gatos,
al llegar la primavera,
entre nardos y claveles,
entre nardos y claveles,
de Sevilla el alma está.

Una niña desde chica
que el ventero recogió,
el chiquillo del ventero
junto a ella se crió.
Y al crecer los dos chavales,
desde niños se han querido
y la copla del columpio
su querer la columpió.

La niña que está en la bamba
no tiene padre, ni madre,
no tiene padre, ni madre,
pero tiene mi cariño
que en el mundo es lo que vale,
que en el mundo es lo que vale,
la niña que está en la bamba.

En la Venta de los Gatos
se acabó toda la alegría,
que hembra de gran porte
a la niña reclamó.
Y la gente de justicia
que no entienden de la vida,
de la Venta de los Gatos,
al llegar la primavera,
la mocita se llevó.

Pobre y triste del sentido
vive el hijo de aquel viejo,
un retrato mira de ella
que no sabe quién pintó.
Y una tarde aquel muchacho
algo vio venir hacia él, lejos,
y abrazándose a su madre
sollozando así cantó:

Mi niña no está en bamba,
por la venta la han pasado,
por la venta la han pasado,
lleva la carita blanca
como un lirio desojado,
como un lirio desojado,
mi niña no está en bamba.
¡Ay!
La Venta de los Gatos - Gracia de Triana

viernes, 24 de septiembre de 2010

Pepa Bandera

Autores: Quintero, León y Quiroga
Y era de hermosa igual que una flor,
Pepa Bandera de Puerto Real,
¡vaya canela cantando!
¡y vaya bailando qué ángell, qué sal!
Andalucía se puso de pie,
y las campanas se echó a repicar,
y por Triana y Sevilla
corrió esta coplilla de acá para allá.

Pepa, no me des tormento,
Pepa, déjalo correr,
Pepa, vivo de tu aliento,
Pepa, y muero por él.
Si tú me quisieras, podrías tener
pulseras y anillos de plata y coral,
y nada más pedirlo te habían de poner
un trono en la tierra y un barco en la mar.
Pepa, no me des tormento,
Pepa, déjalo correr,
Pepa, que se lleve el viento,
Pepa, ese mal querer.

Pepa Bandera se puso a querer
y en su ceguera dejó de bailar.
¡Vaya serrana sintiendo,
ninguna queriendo la pudo ganar!
Y los mocitos de Huelva y Jerez,
y los gitanos de Loja y Granada,
la van de noche llamando
sus calles rondando con este cantar.

Pepa, no me des tormento,
Pepa, déjalo correr,
Pepa, vivo de tu aliento,
Pepa, y muero por él.
Si tú me quisieras, podrías tener
pulseras y anillos de plata y coral,
y nada más pedirlo te habían de poner
un trono en la tierra y un barco en la mar.
Pepa, no me des tormento,
Pepa, déjalo correr,
Pepa, que se lleve el viento,
Pepa, ese mal querer.

Lo que estas pasando, serrana, por él
que nadie lo sepa, ni pueda notar,
tu sigue bailando lo mismo que ayer,
y ¡Viva, la Pepa de Puerto Real!
Pepa, no me des tormento,
Pepa, déjalo correr,
Pepa, que se lleve el viento,
Pepa, ese mal querer.
Pepa Bandera - Lola Flores

jueves, 23 de septiembre de 2010

Quiéreme, que tengo tela

Autores: León y Solano
Fuimos un sábado hasta el campo,
al campo que estaba en flor.
Yo a nadie se lo he negado,
yo a nadie se lo he negado.
Y ahora que lloro por tu amor,
y ahora que lloro por tu amor,
lo tengo que muy bien callado,
lo tengo que muy bien callado.

Un cortijo con erales,
quiéreme niño, que tengo tela.
Un torreón de canela,
capataz y mayorales
con traje corto y espuelas.
Quiéreme niño,
quiéreme niño, que tengo tela.
Quiéreme niño,
quiéreme niño, que tengo tela.

Andas diciéndole a la gente
que mueres por mi querer.
Llorando me estoy riendo,
llorando me estoy riendo.
Pero es por mor de mi parné,
Pero es por mor de mi parné,
por lo que tú te estás muriendo,
por lo que tú te estás muriendo.

Un cortijo con erales,
quiéreme niño, que tengo tela.
Un torreón de canela,
capataz y mayorales
con traje corto y espuelas.
Quiéreme niño,
quiéreme niño que tengo tela.
Quiéreme niño,
quiéreme niño que tengo tela.

Un cortijo con erales,
quiéreme niño, que tengo tela.
Un torreón de canela,
capataz y mayorales
con traje corto y espuelas.
Quiéreme niño,
quiéreme niño que tengo tela.
Quiéreme niño,
quiéreme niño que tengo tela.
Quiereme, que tengo tela - Gracia Montes

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cariño ciego

Autores: Quintero, León y Quiroga
Me vienen contando historias
que yo por sabias las tengo olvidadas;
no pienso de hacer memoria
porque, si lo hiciera, me pongo a llorar.
Me dicen los apellidos,
el nombre y la calle me lance por ver,
y, a veces, cariño mío,
de oír tantas cosas me muero de pie.
Como yo no las quiero sentir
hacia dentro me pongo a decir:

Cariño, cariño ciego,
yo te tengo, vida mía,
y nadie apaga este fuego
ni de noche, ni de día,
cariño que me cantaba
y me puso como loca,
cariño que me hizo esclava
de los besos de tu boca.
Cariño en que yo me miro,
cariño al que yo me entrego,
me muero si no respiro
el aire de tus suspiros,
cariño, cariño ciego.

Zarcillos de piedras finas,
brillantes y oro me sueles traer,
seguro que te imaginas
que así más contenta me vas a tener.
No quiero de tu persona
las minas de oro del rey Salomón,
ni busco lucir corona;
me basta y me sobra con tu corazón.
Y en silencio te suelo llorar
como llora la lluvia en el mar.

Cariño, cariño ciego,
yo te tengo vida mía,
y nadie apaga este fuego
ni de noche, ni de día.
Cariño que me cantaba
y me puso como loca,
cariño que me hizo esclava
de los besos de tu boca.
Cariño en que yo me miro,
cariño al que yo me entrego,
me muero si no respiro
el aire de tus suspiros,
cariño, cariño ciego.
Cariño ciego - Juanita Reina

martes, 21 de septiembre de 2010

Amparo

Autores: Quintero, León y Quiroga
En el silencio de la calleja,
cuando de noche se abren las rosas,
Amparo llora tras de su reja
como si fuera la Dolorosa.
"Este caso es muy extraño"
dicen por la vecindad,
no ha cumplido veinte años
y ya sabe de llorar.
Y en la taberna de enfrente
canta Paco, el del lunar
entre copas de aguardiente:

¡Amparo, mi Amparo,
con la Magdalena yo a ti te comparo!
¡Ay, Amparo!
¿Por quién llevan luto tus ojitos claros?
Soy como un navío
sin luna y sin faro,
que en un mar de penas
me encuentro perdido,
me encuentro perdido,
¡Amparo, mi Amparo!

Con la carita como de luna,
frente a la burla del barrio entero,
Amparo triste mece en la cuna
a un chavalillo que es un lucero.
"Es su madre una cualquiera"
dicen por la vecindad,
el morir más le valiera,
¡qué penita de chaval!
Y para callar a la gente
canta Paco, el del lunar
en la taberna de enfrente:

¡Amparo, mi Amparo,
con la Magdalena yo a ti te comparo!
¡Ay, Amparo!
¡Porque eres mi estrella, mi luna y mi faro!
Alegra, bien mío,
tus ojitos claros,
que ese niño tuyo,
tendrá mi apellido,
tendrá mi apellido,
¡Amparo, mi Amparo!
Amparo - Luisa Ortega

viernes, 17 de septiembre de 2010

Ines de Castro

Autores: Del Valle, Rivas y Gardey
Doña Constanza salió
de España para Coimbra.
Doña Inés la acompañaba,
su mejor dama y amiga.
Don Pedro salió al encuentro
con su corte a recibirlas
y de Inés quedó prendado;
nunca vio mujer tan linda.
Doña Constanza de pena,
por el rey se moría
y el rey por Doña Inés,
daba su alma y su vida.

Doña Constanza murió
y Portugal que sabía,
la pena que la mató,
la muerte de Inés de Castro,
el pueblo entero pidió.
La condenaron a muerte;
la condena se cumplió,
y al rey Don Pedro dejaron,
viviendo sin corazón,
viviendo sin corazón.

Reina para Portugal,
el pueblo a voces pedía,
y el rey busca la venganza,
del amor que fue su vida.
Le consumía la pena,
no tuvo noche, ni día
y sin descanso buscaba
a quien le quitó la vida.
Y por fin Inés vengada,
en el Palacio Real;
fue proclamada la reina
del reino de Portugal.

Doña Constanza murió
y Portugal que sabía,
la pena que la mató,
la muerte de Inés de Castro,
el pueblo entero pidió.
La condenaron a muerte;
la condena se cumplió,
y al rey Don Pedro dejaron,
viviendo sin corazón,
viviendo sin corazón.
Ines de Castro - Carmen Morell

jueves, 16 de septiembre de 2010

Las cositas del querer

Autores: Quintero, León y Quiroga
Si tu gente no me quiere,
ni a ti te traga la mía,
porqué tú te has vuelto loco
y yo estoy loca perdida,
si tú no tienes dinero
y yo no tengo dos reales,
¿qué vamos a hacer, sentrañas,
con tan grandes capitales?
¡Válgame la Soledad!,
si somos uno del otro,
¿quién nos puede separar?

Son las cosas de la vida,
son las cosas del querer,
no tienen fin, ni principio,
ni tienen cómo, ni por qué.
Tú eres alto y yo bajita,
tú eres rubio y yo tostá;
tú de Sevilla, la llana
y yo de Puerto Real.
Que no tiene nada que ver
ni el color, ni la estatura
con las cosas del querer.

Si tú me quieres de noche
y yo te quiero de día,
si yo bebo de tu boca
y tú bebes de la mía.
Si el aire que tú respiras
es el que estoy respirando,
¿Para qué nos piden razones
del qué, del cómo y del cuándo?
Lo nuestro tiene que ser
aunque entre el uno y el otro
levanten una pared.

Son las cosas de la vida,
son las cosas del querer,
no tienen fin, ni principio,
ni tienen cómo, ni por qué.
Tú eres alto y yo bajita,
tú eres rubio y yo tostá;
tú de Sevilla, la llana
y yo de Puerto Real.
Que no tiene nada que ver
ni el color, ni la estatura
con las cosas del querer.

Tú eres alto y yo bajita,
tú eres rubio y yo tostá;
tú de Sevilla, la llana
y yo de Puerto Real.
Que no tiene nada que ver
ni el color, ni la estatura
con las cosas del querer.
Las cositas del querer - Mari Paz

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La reina Juana

Autores: Guerrero, Reyes, Algarra
De Isabel tuvo la sangre poderosa,
y el sentir de su buen padre, Don Fernando,
la belleza de Granada fue en sus ojos,
talismán de un corazón enamorado,
Burgos clama por su reina,
Valladolid le da un palío
Y un mesón que hay en Tudela,
acecha al enamorado,
A los pies del rey hermoso,
sin descanso noche y día,
la nobleza de Castilla,
suplicante le pedía,

Celos de la luz y el viento, 
que tormento,
celos de la mar y el aire,
Doña Juana está rendida, 
que fatiga,
que no se lo diga nadie,
Reina Juana ¿por qué lloras?
si es tu pena la mejor,
por que no fue mal cariño,
que fue locura de amor.

Encerrada entre paredes de un castillo,
la esperanza de su amor se le desboca,
y en la sombras de los largos corredores
las doncellas rezan por su reina loca,
Burgos, llora su locura,
Valladolid se lamenta,
Tordesillas la recoge,
de celos, ya, medio muerta.
En Granada Don Felipe
sueño de mármol reposa,
y en Castilla vive presa,
la locura de su esposa.

Celos de la luz y el viento, 
que tormento,
celos de la mar y el aire,
Don Felipe se ha dormido, 
su marido,
que no lo despierte, nadie
Reina Juana ¿por que lloras?
si es tu pena la mejor,
por que no fue mal cariño,
que fue locura de amor.
La reina Juana - Antonio Amaya

martes, 14 de septiembre de 2010

El pregón de la gitana

Autores: Quintero, Guillén y Mostazo
Flores... las flores...
a las niñas morenas, 
y a las rubias encendías,
a las que entran y salen,
y a las que estan escondías,
para que nadie las vea,
detras de la celosía,
yo les vendo las flores,
las flores mas lindas 
de Andalucía

Venid muchachas y caballeros,
que a todo el mundo, venderles quiero,
de mis claveles, las maravillas
los mas hermosos, que hay en Sevilla
de mis claveles, las maravillas
los mas hermosos, que hay en Sevilla.
Yo no tengo jardín, ni azotea,
ni arriates, ni huertos en flor,
los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios.
Los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios

Flores...
la que no tenga novio,
la que se le fué el marido,
la que esta en relaciones
veintidos años seguidos,
si se adornan la cara
con estos claveles míos
almirantes y reyes, y reyes
caeran a sus pies, rendidos.

Venga la fea, venga la hermosa,
que en sus cabellos pondré una rosa,
no hay un milagro como mis flores,
para las que sufren de mal de amores.
No hay un milagro como mis flores,
para las que sufren de mal de amores.
Yo no tengo jardín, ni azotea,
ni arriates, ni huertos en flor,
los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios.
Los claveles los llevo en la cara,
porque me los siembra, la gracia de Dios

Flores,  las flores...
El pregón de la gitana - Pasión Vega

viernes, 10 de septiembre de 2010

Corazón, dile a la boca

Autores: Quintero, León y Quiroga
Cuando me lo presentaste
como tu mejor amigo,
pongo al cielo por testigo
que sin habla me quedé.
Me deslumbraron sus ojos
con claridades de aurora
y en el mismo punto y hora
se me murió tu querer.
Tú no te diste ni cuenta, 
pero luego en la ventana
rompí de pronto a llorar
y a tu porqué por mi llanto 
respondí: "vuelve mañana"
por no clavarte un puñal.

Corazón, dile a la boca
que por piedad no se abra,
que no diga una palabra
que voy a volverme loca.
Que lo que ayer fue delirio
se me borró de la frente,
y hoy tengo entre cuatro cirios
mi amor de cuerpo presente.
Que no lloro de agonía,
ni por desesperación,
que este llanto es alegría
por esta rosa encendida
que nació en mi corazón.

Él descubrió por mis ojos
de cómo yo lo quería
y aunque me correspondía
no se quiso ni enterar.
Y decidimos a un tiempo
darle muerte a este cariño
para que tú, como un niño,
no te echaras a llorar.
De Sevilla se ha marchado 
dando un achaque inocente
sin despedirse de mí.
¡Lo quiero más que a mi sangre! 
¡Mira tú si fui valiente
para no apartarme de ti!

Corazón, dile a la boca
que por piedad no se abra,
que no diga una palabra
que voy a volverme loca.
Quise enterrar mis candelas 
en sepultura de olvido
y puse de centinela
a todos mis cinco sentidos.
Y aunque vivo en la ermita
de la desesperacion
Y aquel fuego resucita
y ni la muerte me quita
su querer del corazón
Corazón, dile a la boca - Juanita Reina

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Agüita clara

Autor: Penella
Tengo yo un pena, pena,
que me hiere el corazón,
que me oscurece el sentido,
ay ay a, y me quita la razón.

Nací entre verdes chumberas,
en una cueva gitana,
y mas feliz yo vivía,
que una rosita temprana.
Los pajarillos y las flores, 
me daban sus alegrías,
y yo era la más dichosa,
de las mujeres nacías.

Pero un día llego hasta mi puerta,
un mocito gitano cañí,
bajó del caballo, se quitó el sombrero,
y dijo con gracía, llegando hasta mi,
llegando hasta mi:
"Dame, gitana preciosa, 
un poquito de agua clara, 
que de sed me están matando, 
los ojitos de tu cara".
"Beba si quiere el mocito,
que calmar su sed yo quiero,
y si quiere beber conmigo, 
también yo de sed me muero".
Bebió... bebí...
Nuestros ojos se encontrarón,
y al mirarnos tan cerquita,
dos suspiros se juntaron,
dos suspiros que volaron,
como dos maripositas
y en el aire se besaron.

Se fué el caminante,
llorando le vi marchar,
por la carretera alante,
hasta que no le ví más,
ya nunca más.

Desde el día en que al mocito,
yo le dí mi agüita clara,
no han dejado de llorar
nunca los ojitos de mi cara.
Estas si que son pesares,
estas si que son penitas,
que la sed de los quereres,
no las curan lagrimitas.

Tengo yo un pena, pena,
que me hiere el corazón,
que me oscurece el sentido,
ay ay a, y me quita la razón.

Agüita clara - Concha Piquer

martes, 7 de septiembre de 2010

Que bonita es mi niña

Autor: García del Val
Ayer tarde yo cantaba
mientras mi niña dormía.
Ayer tarde yo cantaba
mientras mi niña dormía.
Y los almendros lloraban,
y los almendros lloraban
de la infinita alegría.
Y los almendros lloraban,
y los almendros lloraban
de la infinita alegría.

Que bonita que es mi niña,
qué bonita cuando duerme.
Que parece una amapola
entre los trigales verdes.
Que bonita que es mi niña,
qué bonita cuando duerme.
Que parece una amapola
entre los trigales verdes.

Jugaban al escondite
el sol con los limoneros.
Jugaban al escondite
el sol con los limoneros.
Y los almendros miraban,
y los almendros miraban
por ver dormir a un lucero.
Y los almendros miraban,
y los almendros miraban
por ver dormir a un lucero.

Que bonita que es mi niña,
qué bonita cuando duerme.
Que parece una amapola
entre los trigales verdes.
Que bonita que es mi niña,
qué bonita cuando duerme.
Que parece una amapola
entre los trigales verdes.

Trigales verdes, trigales verdes,
trigales verdes.
Que bonita es mi niña - Isabel Pantoja

Bajo un limon limonero

Autores: Molina Moles, León y Quiroga
En el patio flamenco de la Marina,
era reina del mundo cuando cantaba,
por serranas, fandangos y granaínas,
Micaela, la rosa de la Alcazaba.
Pero el querer de un hombre cambió su sino,
que de pasión ardiente la volvió loca,
y una copla en sus venas se abrió camino
como potro de celos que se desboca.

En un limón limonero
escrita está nuestra suerte,
que puede ser un "te quiero"
o bien sentencia de muerte.
Lo juraste por tu madre
con la luna por testigo:
"Que la sangre se me pare
si no me caso contigo".
Y vivo despavorida,
esperando, compañero,
me des la muerte o la vida
bajo un limón limonero.

En el patio flamenco de la Marina
ya no canta la rosa de la Alcazaba,
que en el pecho sangrando lleva una espina,
que se vuelve de noche volcán de lava.
Lo que pasó los jueces no han descubierto
y en el Perchel no han dado con la novela
de aquel galán moreno que hallaron muerto
junto al portal cerrado de Micaela.

¡Ay, mi limón limonero!
Ya se cumplió nuestra suerte.
No pudo ser un "te quiero"
y fue sentencia de muerte.
Por tu madre lo juraste
con la luna por testigo
y con sangre lo pagaste
por no casarte conmigo.
Y vengo con veinte años
a enterrar sin un lucero
la cruz de mi desengaño
bajo un limón limonero.
Bajo un limón limonero - Marife de Triana