Autores: Quintero y Gordillo
Como el que pide limosna yo te dije
"Por Dios, no te apartes de mí".
Lo mismo que un niño chico
que va pidiendo limosna,
cariño por compasión te pedí,
y tuviste el valor de dejarme morir.
A la horita que el gallo cantaba,
con tu velo y tu corona de azahares,
fuiste a venderte como una esclava,
caridad te suplicaron mis pesares,
pero por cante me lo cambiabas.
Ya están muertecitos los cuatro candiles
que echaban tus luces en mi callejón.
Y anoche me han puesto faroles a miles
de mayo y abriles cuajados en mi balcón.
Está hecho a ganar
y que quieras, que no,
tu barquito en la mar,
esta vez se perdió
con tus cuatro candiles,
compañero, con Dios.
Lo mismo que una veleta
te volviste para mí cuando el viento cambió.
Tu corazón variable,
lo mismo que una veleta,
rodando por esos mundos de Dios,
tú a mi puerta a pedir limosnita de amor.
A la horita del sol por levante
me acordaba de tu velo y tu corona,
y aquel vestido tan elegante,
y el cariño que te tuvo mi persona
cambió de rumbo, como tu cante.
Ya están muertecitos los cuatro candiles
que echaban tus luces en mi callejón.
Y anoche me han puesto faroles a miles
de mayo y abriles cuajados en mi balcón.
Está hecho a ganar
y que quieras, que no,
tu barquito en la mar,
esta vez se perdió
con tus cuatro candiles,
compañero, con Dios.
Los cuatro candiles - Rafael Farina
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